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20 de Junio de 2008
- Señor Stephen, nuestro servicio de catering le ha preparado el desayuno ya. Han preparado un exquisito pastel de trufas elaborado con total delicadeza, acompañada de rodajas de mango fresco, y por supuesto su zumo de frutas en su vaso de porcelana china. Todo listo para que el señor lo disfrute.
La criada superior anuncia al señor Stephen Callely, uno de los hombres más multimillonarios del mundo y dueño de varios periódicos, que el desayuno esta listo en la terraza de una de sus mansiones de Washington.
En estos momentos son las 7:45 de la mañana, y como cada mañana el señor Stephen ha seguido su rutina diaria, como la de muchos otros hombres, bueno con algún privilegio más. Stephen se despierta dejando a su esposa durmiendo, a la que acostumbra a darle un dulce beso de despedida al despertarse y otro antes de irse a trabajar.
Una vez que ya se ha levantado y después de los típicos bostezos mañaneros, se ducha con su hidromasaje y jabones especiales, se asea y pasa a su vestidor donde la noche anterior otra diseñadora de ropa y criada le ha dejado preparado un traje a medida para ir a trabajar.
Stephen acostumbra a vestir un traje nuevo cada día, excepto algunas veces que se pone su traje favorito, que es azul marino con una camisa blanca que lleva ligeros estampados, a esto le acompaña una corbata marrón clara y por supuesto, un par de gemelos de 24 kilates para cada puño de la camisa.
- Umm, delicioso… ¿Por favor, señora Catriona? – comenta Stephen satisfecho.
- ¿Sí señor? – contesta la criada superior.
- Catriona, dígale por favor a su equipo de catering que este pastel estaba exquisito, de verdad. Me gustaría poder repetirlo alguna otra vez, digamos… tres veces al mes.
- Oh, sí claro, como no señor.
Stephen, después de su desayuno y como cada mañana, se dirige al aseo donde se cepilla los dientes y se retoca sutilmente el pelo y, por supuesto, algo que nunca puede faltar, se despide de su hija despertándole para que vaya preparándose para ir al colegio.
- Erica cariño, despierta. Son casi las ocho y hay que prepararse para que te lleven a clase – susurra Stephen a su hija permaneciendo sentado al borde de la cama y observándole con ojos llenos de ternura.
Erica, es la hija única de Stephen, ella es una chica muy aplicada, responsable y con muy buena educación. Además es una de la chicas con mejores resultados académicos de su clase. Y no solo aprende en el colegio, también está aprendiendo otros idiomas como español y francés, y como no, cursando ya cuarto curso de piano y tercero de solfeo, ya que le encanta tocar los pianos de cola con los que su padre decora los salones.
- Po po po… po po po!! – retumban las hélices del helicóptero privado de Stephen, que ya esta listo para llevarle al trabajo desde su casa. Stephen trabaja en uno de los rascacielos del centro de la ciudad, donde su corporación posee la sede central.
- ¡Oh, no! tu helicóptero otra vez… - reprocha Erica somnolienta.
- Oh Erica, no me digas que te molestan estas hélices. Esta vez las he encargado con silenciador. ¡Y sólo por ti! – bromea al final Stephen, quien a pesar de su riqueza y estatus conserva sus buenas maneras y su buen humor.
Finalmente, Stephen le da un último beso en la frente a su querida hija y se va, llamándola por última vez desde la puerta.
Quince minutos más tarde, Stephen ha evitado todo el tráfico de la hora punta de Washington, su helicóptero ha aterrizado en el ático de su rascacielos y él ya entra sus oficinas desde el ascensor.
- Buenos días señor Stephen – saluda una empleada del periódico “The american interesting news”, que pertenece al grupo EBC del que Stephen es máximo accionista y director general. El grupo EBC posee un conjunto de hasta 82 casas de periódicos, de gran prestigio todas ellas, distribuidas por todo el mundo.
- Muy buenos días señor Stephen, hoy trae buena cara. – saluda otra empleada
- Bueno, la verdad que he desayunado un pastel de trufas que vamos, me daban ganas de quedarme ahí repitiendo plato.
- Oh, eso suena bien. – responde la empleada.
- Sí, un día os invitaré a probarlo, veréis qué bueno está.
Stephen se dirige a su despacho, donde sus sistemas informáticos y de comunicación se activan automáticamente cuando él, y sólo él, hace acto de presencia.
- Señora Mahon, buenos días, cuales son las novedades esta mañana. – A través de su sistema de videoconferencia, y como cada mañana, Stephen lo primero que hace es pedir información a su secretaria.
- Oh, sí, si me permite ya le explico en persona los titulares pendientes de su aprobación. – responde Mahon la secretaria, aparentemente con apariencia de tener que contar algo importante.
lunes, 26 de noviembre de 2007
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